Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido identificados con el dolor que siente cualquier futbolista de primera cuando se tiende sobre el césped paralizado por un calambre o con aquellas imágenes de Rafa Nadal tirándose en el suelo en la rueda de prensa tras jugar con David Nalbandián en el US Open 2011.. Y es que nadie se salva de los temidos calambres.
Los calambres se producen básicamente por tres causas (aunque existen otras, menos frecuentes, debidas por ejemplo al cambio de calzado o a correr sobre terreno demasiado blando).
Estas causas son:
Los calambres por déficit de nutrientes y deshidratación.
Falta de oxigenación en los músculos.
Esfuerzos musculares superiores a nuestra preparación física.
En este artículo hablaremos de la primera causa ya que con algunos cambios a nivel de alimentación se puede conseguir una mejora importante.
Los calambres por déficit de nutrientes se originan porque existe o bien un desequilibrio electrolítico debido a una pérdida excesiva de sales minerales, o bien porque faltan determinadas vitaminas que fortalecen y mantienen la estructura muscular en condiciones.
El déficit de minerales como el sodio, el magnesio, el calcio y el potasio, está directamente relacionado con la aparición de calambres, así como las vitaminas B1 y B3, la vitamina D y la
Concretando… ¿Cuáles son los alimentos que nos pueden ayudar?
Alimentos ricos en potasio: carne, pescado, albaricoque, plátano, melón, kiwi, naranja, patata, espinaca, y tomate.
Alimentos ricos en magnesio: frutos secos, en especial las almendras, las avellanas, los pistachos, las nueces, verduras como la espinaca, la remolacha, el tomate y el perejil, legumbres como garbanzos, lentejas, y frutas como plátanos, albaricoques, aguacate.
Alimentos ricos en calcio: las espinacas, la col rizada, la cebolla y los berros, la acelga, los grelos, el cardo, el brócoli, las judías blancas, los garbanzos, las lentejas y la soja, las nueces, las avellanas y los pistachos. La leche y sus derivados, las anchoas, sardinas, lenguado, y salmón.
Evidentemente a esto hay que añadirle la sal de mesa, rica en sodio, pero que hay que usarse con moderación debido a sus contraindicaciones a nivel cardiovascular.
Respecto a las vitaminas, encontramos las del grupo B1 en: legumbres, cereales integrales, ternera, maíz y frutos secos principalmente. Las del grupo B3 en pollo, carnes magras, hígado, corazón y riñón, pescado, atún, salmón, huevos, leche, tomates, brócoli, zanahorias, espárrago y vegetales de hojas. Finalmente, las principales fuentes de vitamina C son las verduras y frutas concretamente los cítricos, los pimientos, las coles, espinacas, la coliflor, las patatas, mangos, el plátano, la piña, la manzana y el melón, mientras que las de vitamina D se reducen a la leche, yogurt, y margarina....
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